viernes, 30 de marzo de 2018

Cuestión de fe

Pontevedra, 30 Marzo de 2018

Con la llegada de la Semana Santa, el procés ha entrado en su particular Vía Crucis. Los líderes independentistas, que prometieron al pueblo la República Catalana, están hoy más tocados que nunca, y como los cristianos en la época romana, se encuentran fugados o encarcelados, y ya solo les queda tener fe para que la justicia española sea lo más benevolente posible.

Definitivamente, el procés está dando sus últimos coletazos, y en tres días se han precipitado los acontecimientos. Primero naufragó la investidura de Turull y la CUP hizo saltar por los aires el bloque independentista. Al día siguiente fue procesado el gobierno que quiso dinamitar el Estado, y el juez los envió a prisión preventiva. Ese mismo día, la cuenta de fugados aumentó con la huida de Marta Rovira. Luego, el presidente del Parlament anuló el pleno de investidura por temor a incurrir en un posible delito. Y la guinda la puso el domingo la policía alemana deteniendo a Puigdemont. Más no se puede pedir.

La detención de Puigdemont debería significar un punto de inflexión, porque él es la gran estrella de todo este circo. El gran actor principal que entró por la puerta de atrás, pero que pronto se erigió como el Mesías a quién seguir. Se convirtió en un experto en burlarse del estado español, en ponerlo en evidencia y ridiculizarlo. Primero, escapando de la justicia, y después paseándose por Europa sin problemas. Al menos eso era lo que pensaba él hasta que cayó en la trampa que el juez le tenia preparada. Todo era cuestión de tiempo, y finalmente el pájaro cayó en la jaula y con él, lo que quedaba del procés. A Puigdemont le cabe el honor de cerrar la función.

Aunque no lo digan, este nuevo escenario es el que añoraban algunos independentistas, al menos los más sensatos, que saben que la ruptura unilateral no les lleva a ninguna parte, y que Puigdemont hace tiempo que se ha convertido en un estorbo que estaba condicionando cualquier solución. Ahora debería abrirse un nuevo tiempo en el que se mire hacia delante y, de una vez por todas, se haga política. Un tiempo en el que todos tienen algo que perder para acabar ganando.

¿Pero es esto posible? Es difícil de creer, y probablemente lo único que nos quede sea la fe. A los constitucionalistas para que los independentistas recuperen la cordura, y a los independentistas para que Puigdemont resucite y los conduzca a la tierra prometida.

Publicado en PontevedraViva.com el día 30 de Marzo de 2018


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