Pontevedra, 14 Octubre de 2016
”Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita”. ¿Quién no ha utilizado de
niño esta expresión cuando alguien le reclamaba algo que anteriormente le había
entregado, sin saber que con este conjuro infantil invocaba a la patrona de lo
imposible? Con este apelativo se conoce a Santa Rita de Casia, una piadosa
italiana que se ganó el cariño popular por haber pasado por las penas y
vicisitudes de una mujer de su tiempo. Entre otras, fue obligada a casarse con 14 años con un hombre cruel y violento que
constantemente la maltrataba, a pesar de que ella había solicitado a sus padres
el ingreso en un convento.
Sin haber pasado tantas penas,
Rita Barberá habrá pensado lo mismo
cuando le han querido quitar el puesto de senadora que tanto trabajo le ha
costado conseguir. Sillón que se da no se quita, debió pensar la
experimentada senadora. A pesar de estar investigada por un presunto delito de
blanqueo de capitales, y aunque en el PP la han invitado a entregar su acta,
ella prefiere no hacerlo y seguir chupando de la teta pública, que es lo que
lleva haciendo toda su vida y que tantos beneficios le ha reportado. Primero la
mantuvieron en la comisión permanente y ahora es ella la que se atrinchera en
los sillones del grupo mixto. “Rita,
eres la mejor” le dijo Rajoy al calor de un mitin cuando todavía la basura de
Valencia no había salido a flote. Aquel día la ex alcaldesa ya sabía sin
duda los tejemanejes en los que andaba metida, pero se dejó llevar por la ola
popular.
Estos días ha estrenado su asiento en el gallinero del Senado y lo hizo durmiendo para demostrar el nivel de compromiso que tiene con el cargo. En el fondo, da un poco de pena, porque la dignidad humana debe estar por encima de un salario, y a ella más le valdría irse a su casa y dirimir sus responsabilidades judiciales.
Estos días ha estrenado su asiento en el gallinero del Senado y lo hizo durmiendo para demostrar el nivel de compromiso que tiene con el cargo. En el fondo, da un poco de pena, porque la dignidad humana debe estar por encima de un salario, y a ella más le valdría irse a su casa y dirimir sus responsabilidades judiciales.
Rita Barberá no dejó el escaño de
senadora porque es suyo y no del partido. Sin embargo, cuando hay que votar aplica
la famosa disciplina de partido. ¿En qué quedamos? ¿De quién es el escaño? ¿Suyo
o del partido? ¿Votará ahora a favor o en contra de sus mentores? A la senadora el sillón se lo dio el PP,
pero ahora que lo tiene no lo piensa devolver y, como dice el dicho, lo que se
da no se quita. ¿Te has enterado Rajoy?
Publicado en PontevedraViva.com el día 14 de Octubre de 2016
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