sábado, 4 de junio de 2016

Venezuela

Pontevedra, 03 Junio de 2016


Suele decirse que Dios le da pan a quien no tiene dientes, y eso es precisamente lo que le pasa a Venezuela. Un país que lo tiene casi todo para ser competitivo, moderno y desarrollado, pero que sin embargo carece de lo más importante, porque le faltan dirigentes competentes que piensen en la nación antes que en ellos y hagan de Venezuela un país próspero y vanguardista. Se habla mucho de la etapa revolucionaria de Hugo Chávez y su adlátere Nicolás Maduro, pero las cosas antes de ellos no estaban mucho mejor: desigualdad, pobreza, corrupción, violencia, desabastecimiento, etc... eran características compartidas con la etapa actual. Digamos que el chavismo lo han empeorado, pero ya venían de una situación de putrefacción institucional que estaba desangrando al país.

Los problemas se agolpan en la joya del Caribe, y casi todos se deben a la poca capacidad de sus dirigentes, aunque también, porqué no decirlo, al poco acierto de los venezolanos en la elección.

La crisis económica es brutal, con una inflación que roza el 60% y  provoca enormes trastornos en la población. La capacidad adquisitiva cayó un 30% en un año y la sociedad está dividida, sobre todo en lo económico, porque no hay clase media, solo ricos o pobres, con una gran mayoría que no pueden ni acudir al médico porque, sencillamente, no tienen dinero para ello.

La población carece de artículos de primera necesidad como papel higiénico, leche, azúcar o café. Y a todo esto, hay que añadir constantes restricciones eléctricas que afectan duramente al sistema productivo ya de por sí muy deteriorado. De todo ello Gobierno y oposición se culpan mutuamente. El Gobierno dice que la escasez es un boicot, y la oposición culpa al Gobierno por espantar las inversiones extranjeras. Lo único cierto es que los que pagan las consecuencias son los venezolanos, sobre todo los más desfavorecidos.

En medio de esta maraña de problemas que se superponen y acrecientan, el chavismo observa con cierta impotencia cómo va menguando la base social que lo sostiene. La oposición presiona para que se convoque una consulta popular revocatoria del mandato de Nicolás Maduro, pero el Gobierno hasta el momento ha descartado esa posibilidad, y esa negativa provoca un mayor conflicto político y social. Los opositores observan expectantes al Ejército, al que ya han aludido como posible salida a la negativa del Gobierno. Es decir, la oposición no vería con malos ojos una intervención militar “pacífica” que obligue a instaurar el orden social, y esto en sí mismo, ya es una locura.

El chavismo se ha quedado sin aliados de peso en la región, y Maduro, que no aglutina las misma simpatías que Chávez ni tiene su carisma, naufraga en su intento de renacer de las cenizas al comandante fallecido. Porque cuanto más se le complican las cosas, más autoritario se vuelve, y a la vez, mayores son las antipatías internacionales.

Pasa el tiempo, cada vez la población tiene más y peores dificultades, y Venezuela se difumina. Y para mayor escarnio, es como si el resto del mundo lo hubiera desahuciado de su propio espacio.

Publicado en PontevedraViva.com el día 03 de Junio de 2016



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