Pontevedra, 17 Junio de 2016
Ya estamos de nuevo en campaña
electoral, que es como la Navidad de los
políticos porque todos sonríen, muestran cercanía, dicen lo que queremos
oír, acuden a entrevistas, dan la mano por la calle, se quitan la corbata y en
definitiva, muestran sus caras más amables aunque sean forzadas. Incluso es
época para hacer el ridículo en cualquier acto hortera porque el fin bien lo
merece: un sillón en el Congreso de los Diputados, bien pagado y muchos
privilegios. Con la campaña no hay límite para la imaginación y largan por la
boca todo el ideario del partido, culpando a los demás de todo sin reconocer
los errores propios. En fin, el clásico comportamiento del político
profesional, que habla y habla, pero no dice nada.
Y los ciudadanos volveremos a votar, habrá un nuevo
Gobierno, pero seguiremos igual de mal. Porque nadie habla de los problemas de verdad
del país. Nadie habla y lo que es peor, nadie tiene la intención de
afrontarlos, no digamos ya resolverlos.
En plena campaña electoral no escuchamos
una sola idea nueva para atacar los grandes problemas que tenemos. Nos piden
nuestra confianza y nuestro voto, pero ¿para qué? Ningún partido nos dice como
se va a resolver el problema de las pensiones del futuro, nadie propone una ley
de educación seria que arregle el fracaso escolar que nos sitúa a la cola de
Europa, nadie nos dice como va a adelgazar la administración pública. Nadie
habla de los problemas que hay para reducir el gasto público.
Nadie nos dice como se va a poner coto a la corrupción
galopante que
se está llevando al país por delante. Ni nos dicen como se van a frenar las
subvenciones a deportistas de élite o a colegios privados. Nadie nos dice
cuando dejaremos de tener colegios concertados, cuando los políticos serán
juzgados como cualquier ciudadano de a pie, o cuando se van a eliminar los
aforamientos. Nadie propone reducir el número de ayuntamientos, eliminar
diputaciones o anular las miles entidades supramunicipales llenas de cargos
elegidos a dedo por los partidos políticos. Nadie piensa poner un salario fijo
a los políticos, independientemente de la comunidad en la que trabajen. Nadie
quiere eliminar las subvenciones a los partidos políticos, a los sindicatos y a
la patronal. Ninguno propone cambiar el modelo productivo. Ninguno habla de
medidas contra la pobreza. Ninguno quiere aumentar el salario mínimo. ¿Quién se
preocupa por los trabajadores que son despedidos sin apenas indemnización
alguna? ¿Quién lo hace por los autónomos, que no pueden ponerse enfermos? ¿Quién propone una medida sería y
definitiva contra el fraude fiscal?
El partido que ataque clara y
definitivamente estos problemas sin ningún tipo de clientelismo partidista
tendrá mi voto, y seguro que el de muchos españoles. Pero insisto, ¿quién lo
propone? ¿quién está dispuesto a erigirse como defensor de la ciudadanía en
lugar de serlo del propio partido? La respuesta es dura: ninguno. Por eso volveremos a votar y volveremos a
estar como antes, o peor.
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