András, 09 Agosto de 2022
El aparente buenísmo que pretenden vendernos quiénes tienen a Feijoo como el nuevo mesías, podría ser un bulo. Su aplaudida tranquilidad al dar relevo en la presidencia de la Xunta de forma teóricamente impecable, sin sobresaltos y sin voces internas discrepantes, podría haber sido más bien fruto de una imposición, que de un verdadero pacto dentro del partido en Galicia.
Feijoo no se acaba de ir, está en todos los fregados, y al nuevo presidente de la Xunta no le está ayudando nada cada vez que aparece a su lado acaparando toda la atención. Más bien todo lo contrario, lo oscurece y le resta protagonismo.
Rueda, que puede tener muchas virtudes, carece sin embargo de carisma, es bastante introvertido y le falta soltura, aptitudes que, sin duda, necesita un político. Y el hecho de que su mentor esté siempre haciéndole sombra no le ayuda para poder brillar por su propia cuenta. Todo ello, a pesar de los esfuerzos de la TVG, que no se corta en su parcialidad aunque ese, es otro debate.
La duda es saber si Feijoo actúa así porque ejecuta el papel que le corresponde como jefe de la oposición o si, por el contrario, todo responde a un plan perfectamente trazado por él, de poner a alguien más plano y sumiso al frente del gobierno gallego por si, en algún momento, tuviera que volver. Es aquello de irse, pero poco, o, como dijo Sabina, “ahora que me despido, pero me quedo”.
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