Pontevedra, 23 Febrero de 2019
A veces, cuando te das cuenta, ya es tarde. A veces, cuando quieres reaccionar, ya es tarde. A veces, cuando te das cuenta de que quieres reaccionar, ya es tarde. Siempre es tarde para algo. Sobre todo para uno mismo. Vamos todo el día corriendo de un lado para otro, pero seguimos llegando tarde a muchas cosas. Al menos a las cosas más importantes. ¿De qué vale entonces correr tanto? ¿Será que debemos correr menos, o será que debemos hacerlo en otra dirección?
El caso es que hay cambiar algo porque sino, esto dejará de tener sentido. El primero, y más importante cambio, es pensar en uno mismo. Pensar en primera persona. ¿Cuántas veces se toman decisiones que afectan a uno mismo? Posiblemente pocas, por eso estamos descuidados, desaliñados en nuestro interior, y por eso cometemos tantos errores. Porque al no pensar en uno mismo, las decisiones que se toman suelen ser precipitadas con el consiguiente riesgo de errar.
Seguimos dejando que pasen los trenes por no levantarnos del banco en el que estamos esperando. Nunca llega nuestro tren, más bien, nunca llega el tren que creemos que debemos tomar. Otros toman el primero que pasa y luego se arrepienten. ¿Qué es peor?
Subamos y bajemos del tren las veces que haga falta. Es nuestra vida, no la de los demás.
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