viernes, 5 de octubre de 2018

Otro huésped en la Casa de la República

Pontevedra, 05 Octubre de 2018

Torra ha celebrado el primer aniversario del 1 de octubre jaleando a las masas de radicales a apretar todo lo que puedan en la calle. Esa decisión que, sin duda es fruto de poca reflexión, ha provocado que el discurso de la violencia de la policía haya cambiado de bando.

Es verdad que para Torra no debe ser fácil ser la marioneta de Puigdemont,porque le lleva a entrar en constantes contradicciones entre lo que piensa, lo que quiere y lo que le ordenan que haga. 

Ahora le ha dado un ultimátum al Gobierno de España, amenazando con retirarle el apoyo en el Congreso si antes de un mes no se le concede lo que pide. En realidad la amenaza no es tal, porque Torra no puede hablar en nombre de los dos grupos independentistas del Congreso.Posiblemente ni siquiera pueda hablar en nombre de su partido. Torra únicamente es portavoz de Puigdemont, y con eso tiene bastante. 

Lo que hace es anunciar una postura que ya es vieja y conocida, consistente en amagar sin golpear. En este caso, la imposibilidad de que le concedan lo que pide, es lo que hace que debamos tomar sus palabras como una rabieta, como una ruptura de relaciones con el gobierno de Sánchez, pero nada más.

¿Por qué pide otro referéndum de autodeterminación si ya han hecho uno y, según ellos, es vinculante?¿Por qué no declara la independencia (de nuevo) pero esta vez en serio y con todas las consecuencias? Pues porque no está en su mano lo que pretende y, además, vive entre la espada y la pared. 

Por un lado tiene a los CDR, que pronto le exigirán decisiones. Y por otro los de su propio partido y los de ERC, que empiezan a estar hartos de Puigdemont y de su monigote Torra, y que ya sólo ven en la legalidad vigente una salida a todo este lío. 

El único ultimátum al que se enfrenta Torra es el que tiene establecido consigo mismo, y que consiste en declarar la independencia, o atenerse a la legalidad. Por tanto, todo lo que hace va encaminado a retrasar su decisión.

Cualquiera de las opciones que maneja entraña graves riesgos, sobre todo para él. Si declara la independencia se le abrirá la puerta de la cárcel o la de la fuga.Y si abraza la legalidad vigente, tendría que enfrentarse cara a cara con los radicales que ahora jalea.

A Torra solo le falta decidir de quien quiere huir. De la justicia española o de los radicales independentistas. En todo caso, siempre tendrá una habitación con derecho a cocina en la mansión de la Casa de la República, en Waterloo.

Publicado en PontevedraViva.com el día 05 de Octubre de 2018


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