Pontevedra, 12 Octubre de 2018
Todo el mundo está, o debería estar, orgulloso de su pueblo, porque tenemos un sentimiento de pertenencia al lugar de nacimiento y rivalizamos con otros pueblos cercanos para ver quién es el que más destaca en algo.
Lo cierto es que todos los sitios tienen algo que enfatizar, algo único que los diferencia de los demás lugares, y todos debemos, por uno u otro motivo, sentirnos orgullosos de la tierra que nos vio nacer y que algún día, esperemos que más tarde que pronto, nos recogerá para siempre.
Yo soy de Vilanova de Arousa,y como no podía ser menos, para mi es el mejor pueblo del mundo. Tenemos muchas cosas de las que sentirnos orgullosos. Tenemos la isla de Ansuiña, las playas de As Sinas y O Terrón, la Torre de Cálago, el Monte de Lobeira, el Faro das Lúas, el Pazo de Rua Nova…Incluso tenemos la suerte de haber contado entre nuestros vecinos con gente tan ilustre como los hermanos Camba y el mismísimo Valle Inclán.
Todas estas cosas nos diferencian de otros pueblos. Pero también tenemos algo que nos iguala a los demás, un alcalde.
Tener un alcalde no es nada malo, salvo que éste anteponga sus egos personales a la propia historia del pueblo para, desgraciadamente, ponerla en el mapa informativo nacional por motivos que poco tienen que ver con el orgullo, más bien todo lo contrario, manchan la imagen de la villa con afirmaciones caducas y de otro tiempo.
Vilanova está en el foco informativo por el narcotráfico y ahora porque el primero de sus vecinos insultó gravemente a la presidenta de la Diputación, refiriéndose a ella como la “chacha del alcalde de Vigo”, al que también dedicó un improperio llamándole “anciano”. Lo peor es que ambas “perlas” no fueron fruto de un calentón, porque al día siguiente se jactó de sus propias declaraciones reafirmándose en ellas.
Ello provocó que el pasado fin de semana Vilanova apareciese en todos los informativos nacionales, por unas declaraciones machistas y fuera de lugar del alcalde que, por desgracia, nos representa a todos.
A una gestión catastrófica, que ha llevado al Concello a tener la deuda más alta de su historia, se une ahora una imagen de intolerancia y machismo, rancia y casposa para acabar de poner los clavos al ataúd.
El problema es el de siempre, la falta de capacidad y mesura para desempeñar ciertos cargos.Además de la gestión, a un representarte político hay que exigirle en las formas, porque en todo aquello que hace y dice involucra, a todos los vecinos.
Si Valle Inclán levantase la cabeza y viese el panorama que tenemos, le daría para escribir varios libros, porque el esperpento, género literario que dominaba como nadie, ha alcanzado sus máximas cotas con este alcalde, ya que la bella Vilanova, el alma de la ría, representada por él, se convierte en un absurdo.
Publicado en PontevedraViva.com el día 12 de Octubre de 2018
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