Oporto, 06 Enero de 2017
PP y PSOE
pretenden pactar el reparto de cuatro magistrados del Tribunal Constitucional. La generosidad del PP en el
asunto ya dice mucho, porque según la representación que ostenta el PSOE en el Senado,
solo le correspondería uno. Evitarían así que entrase algún magistrado afín a
otros partidos y que pudiese emitir votos particulares en ciertos temas sensibles
en los que ambos no quieren entrar ni tener problemas, como el asunto de Cataluña.
La pregunta que cabe hacerse aquí es, ¿ya se han pronunciado los parlamentos
regionales?, ¿han hecho ya sus propuestas de candidatos para que las
delibere el Senado? Si no es así, la gravedad es absoluta, porque los órganos
centrales de los partidos mayoritarios están decidiendo los candidatos que
luego trasladarán a las secretarías generales de los partidos en las CCAA para
que propongan a los parlamentos regionales lo que han decidido en una mesa en
Madrid.
Estamos ante una nueva
y grave injerencia de los partidos políticos en las competencias de las
instituciones del Estado, en este caso los parlamentos de las CCAA, que
tienen la obligación de presentar una lista para ser debatida en el Senado.
Nuevamente el Senado y sus funciones vuelven a quedar en
evidencia. No es una cámara de presentación territorial, sino una cámara de
representación política donde se actúa al socaire de los intereses partidistas
de PP y PSOE. No sabemos muy bien cuáles son sus funciones y que hacen los
señores senadores y por eso a casi todo el mundo le parece bien la supresión de
este órgano, salvo a los grandes partidos.
En caso de que este pacto llegue a producirse sería una
pésima noticia para nuestra democracia por dos motivos. Uno que atañe
esencialmente al propio TC, ya que su composición se alejaría de la realidad
política actual, más plural, donde
Podemos y Ciudadanos están tomando posiciones, además de los nacionalistas, que
siguen ahí. Y dos, porque en cierto modo, le restaría legitimidad a sus
decisiones, ya que estarían totalmente condicionadas al no haber voces
discrepantes. Y en democracia, más que alejar las voces discrepantes, lo que
hay que hacer es acercarlas y escucharlas.
PP y PSOE utilizan la TC de parapeto contra Cataluña. Lo
politizan de forma descarada y este pasteleo entre ambos sirve para colocar a
miembros afines en puestos claves para la organización de nuestro sistema
democrático. ¿Esto no es una gran
coalición encubierta? Si no lo es, se le parece mucho. Decisiones como
estas tienen unas consecuencias tremendas en nuestra democracia y no se pueden
tomar a la ligera. Además, ¿está la gestora del PSOE preparada para adoptar este
tipo de acuerdos con el PP? ¿Repartirse los puestos del TC para que fallen a
favor del ideario partidista, es la regeneración democrática que nos
prometieron?.
Publicado en PontevedraViva.com el día 06 de enero de 2017
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