András, 27 noviembre de 2023
En el fondo, el PP
y los separatistas se necesitan y retroalimentan, porque uno no puede vivir sin
el otro. No olvidemos que ambos son partidos de derechas y que, además de la ideología,
les une el nacionalismo. Uno catalán y otro español, pero, a la postre, ambos nacionalistas.
A los catalanes les conviene que, de vez en cuando, gobierne la derecha para mantener vivía la llama del independentismo; y al PP, si le faltan los separatistas y ETA, se le acaban los argumentos. ¿Cuáles serían entonces los miedos que les meterían en el cuerpo a los españoles? A no ser que pretendan convencer a la gente de las maldades de subir el salario mínimo, por ejemplo.
Además, ahora comparten estrategia política. Ambos están en la internacionalización del conflicto catalán. Primero fueron los de Puigdemont quienes llevaron el tema a Europa, tratando de hacer ver a la Unión Europea, que en España se perseguía a las minorías y que el estado de derecho estaba en entredicho porque no se les dejaba votar libremente.
Y ahora es el PP el que va a Europa a decir que en España no hay democracia y que Sánchez se quiere cargar el estado de derecho. Vuelven a coincidir en el diagnóstico que aflora en España, es decir, la lesión que se le está infringiendo a la democracia. De lo que no hablan, es del quebranto que ellos le están causando.
La verdad es que ambos están igual de pasados de vueltas y que, si no fuera por el PSOE, esto había estallado por los aires hace mucho tiempo, ya que, por lo que se ve, el único partido que pone un poco de mesura en todo esto, es el socialista.
El PP está desbocado, su rencor por no haber logrado el poder, cuando ya se estaban repartiendo los ministerios, los lleva a hacer cualquier cosa, pidiendo el amparo de la Unión Europea como si España fuese una república bananera. Seguro que, si esto fuese una dictadura, no verían tantos peligros.
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