András, 21 noviembre de 2023
España se rompe, esa
es la gran mentira con la que la derecha trata de amedrentar a la población. España
se rompe, nos dice Feijoo, que se iba de vacaciones con un narcotraficante
mientras las madres lloraban las muertes de sus hijos por consumo de droga. España
se rompe, afirma Ayuso, que decidió que la vida de los abuelos de la comunidad
de Madrid no merecía la pena salvar en plena pandemia, mientras firmaba
contratos millonarios con su hermano. España se rompe, dice Aznar, que se
inventó la existencia de unas armas de destrucción masiva en Irak para meternos
en una guerra sin sentido.
Pero no, un país no se rompe por llega a acuerdos políticos. Un país no se rompe por perdonar. Un país no se rompe porque dos partes se reconcilien. Un país no se rompe por pactar en armonía. Un país no se rompe por dar voz a las minorías. Un país no se rompe porque los partidos minoritarios saquen beneficio político de su representación parlamentaria. Un país no se rompe por entender su singularidad y pluralidad.
España se rompe cada vez que permitimos la privatización de la educación y la sanidad que promueve la derecha. España se rompe cada vez que una mujer muere víctima de violencia de género y porque haya partidos que la nieguen. España se rompe cada vez que un niño va al colegio sin poder desayunar. España se rompe cuando no se da cobijo a los inmigrantes que escapan de la miseria de sus países. España se rompe cuando se grita la palabra “maricón” para insultar a alguien. España se rompe por culpa de gente como ellos.
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