András, 15 noviembre de 2023
Feijoo está
pidiendo elecciones de nuevo. El problema, es que hace poco más de tres meses
que los españoles dijeron en las urnas que no querían un gobierno del PP con
Vox, por eso, cuando se postuló para presidente del gobierno, no obtuvo la
mayoría parlamentaria que se necesita para ello. Como cada día da muestras de
no entender la situación, vamos a hacer un poco de memoria y de matemáticas.
El candidato Sánchez tiene asegurados, a día de hoy, 179 escaños. Mientras que Feijoo, no logró aunar más que 171 escaños. Es decir, tenemos 179 escaños frente a 171 escaños, que suponen 8 escaños más, lo que otorga la mayoría a Sánchez para formar gobierno. Esa es la realidad parlamentaria que la derecha se niega a reconocer porque lo que no quieren es aceptar el resultado electoral.
Los 179 escaños, se corresponden al 51% de los votantes del 23 de julio, es decir, representan a 12.610.939 votos. Por su parte, los 171 escaños que apoyaron a Feijoo, son el 45% de los votantes, representados en 11.270.025 votos. ¿Qué significa esto? Pues muy fácil, que la mayoría que apoya a Sánchez es superior a la que apoya a Feijoo, concretamente son 1.340.914 votos más.
Es verdad que no es fácil aceptar las reglas democráticas, sobre todo cuando no te favorecen, y que, a Feijoo, posiblemente presionado por la parte más radical de su partido, le sale la vena dictatorial, consistente en impedir que se cumpla el artículo 99 de la Constitución, aquel que explica cómo se logra la investidura en nuestro país.
Para ponerle un ejemplo, por si le quedan dudas, ese precepto es el mismo que permitió a Ayuso, Almeida o Juanma Moreno, alcanzar el poder habiendo sido la segunda fuerza más votada, pero obteniendo el apoyo de otros partidos. Algo que, por cierto, es perfectamente legítimo en nuestra democracia y en nuestro sistema parlamentario.
Pues ahora es lo mismo, la misma legitimidad que tenían los presidentes autonómicos para gobernar, respalda ahora a Pedro Sánchez. El problema es que la derecha no acepta las normas democráticas cuando no le favorecen. Es decir, cuando pierden las elecciones, lo rompen todo.
Por tanto, mañana, habrá investidura pese lo que le pese a la derecha, y será el resultado de lo que legítimamente la mayoría de los españoles han votado.
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