András, 21 abril de 2023
El Barça se ha
visto involucrado en un presunto caso de corrupción muy feo, el caso
Negreira, calificado como el mayor escándalo deportivo de la historia de la
Liga. Sin embargo, desde el club llevaban meses sin decir una sola palabra al
respecto.
El presidente Laporta tenía dos opciones. Una, comparecer y dar explicaciones cuando se conocieron los hechos; y dos, dejar pasar el tiempo hasta que la justicia hiciese su trabajo. Pero optó por una tercera vía, que consistió en comparecer ante los medios, tarde y sin argumentar nada serio, más bien todo lo contrario, dejando, si cabe, la imagen del club en peor situación que antes de hablar.
El caso es que, para tratarse de una de las comparecencias más importantes que haya tenido que dar en su vida, parecía que no la había preparado lo suficiente. Se hace complicado aceptar que, para una comparecencia tan importante, el presidente saliese casi a pecho descubierto, sin haber preparado las preguntas que le iban a hacer, sobre todo cuando no era difícil intuirlas de antemano.
Laporta compareció para nada, no ofreció ningún argumento convincente ni, mucho menos, presentó documentación concluyente. Se limitó a ofrecer argumentos patrióticos y a repetir una y otra vez el tan manido salmo del victimismo, la conspiración y la manía persecutoria que hay hacia todo lo que es Cataluña. Todo mentira, por cierto, y que solo está en la cabeza de los más retorcidos independentistas, como él.
Pero, por supuesto, su argumento estrella y que tan bien se vende al barcelonismo, fue el antimadridismo. Culpar al Real Madrid de todos los males del Barça es una costumbre que todos los dirigentes del club han tenido durante toda su historia, debido a esa animadversión que les inoculan cuando se hacen del club.
Lo cierto es que es una pena tener una visión tan pobre de uno mismo. Es lamentable que un club de la historia y la categoría del F.C. Barcelona, en vez de dedicarse a valorar los méritos propios y reconocer sus errores, como hacen los grandes, rezume tanto resentimiento y envidia. Lo único que demostró Laporta fue un profundo complejo de inferioridad, el típico sentimiento de quien se reconoce menor y no puede más que gritarlo a los cuatro vientos con la única intención de desviar la piedra que les viene encima.
Lo triste es que los socios y simpatizantes del club se lo creen todo, aun a sabiendas de que, con este tipo de argumentaciones, los que más pierden son ellos y el propio club. El Barça presume de ser más que un club, pero eso sí, a costa de dejar de ser un club de fútbol.
Publicado en PontevedraViva.com el día 21 de abril de 2023
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