András, 16 Septiembre de 2022
No hay más que darse una vuelta por la calle para apreciar la
normalidad existente entre la gente. Una normalidad, que choca con la
anormalidad de la vida política. Todos tenemos diferentes formas de pensar,
incluso ideologías enfrentadas, hay alcaldes del PP, del PSOE, nacionalistas o
independentistas, pero todos aplican y acatan las leyes sin problema. Por eso, la
gente asume las medidas de control de gasto energético con naturalidad, pero
los partidos se escandalizan por todo.
Ese escándalo es reflejo de lo que tenemos en el Congreso de los Diputados, dónde se ha instalado un griterío constante, un ruido molesto y dañino para la vida democrática, que muestra una tendencia muy peligrosa para aumentar cada vez más la distancia con la ciudadanía y ese, es un inconveniente de formidables consecuencias a medio plazo.
Al parecer, el problema para votar en contra del decreto de ahorro energético no han sido medidas en sí mismas, sino cómo se ha gestionado su tramitación. Es decir, a sus señorías les parece mal la forma, no el fondo, siendo éste lo único que importa en las circunstancias en las que nos encontramos.
Todo es por el griterío en el que viven, que provoca el alejamiento de las élites políticas de los ciudadanos y de la realidad de la calle. Sobre todo, por parte del principal partido de la oposición, que es el mayor alimentador de esta bulla absurda y estéril. Pero el griterío es tal, que también se ha asentado en el seno del gobierno y de sus socios parlamentarios.
Desde hace años, estamos instalados en una política de trincheras, con una oposición que no plantea propuestas y se limita a negar la mayor una y otra vez. Pero también, con un Gobierno incapaz de apelar al diálogo y a la construcción con esa oposición que, aun siendo desleal, es la que hay.
El Ejecutivo debería analizar esta última fase de la legislatura, incorporar menos voces disonantes y hacer un ejercicio de acuerdo interno sin tanto ruido, porque en la opinión pública ha arraigado la idea de que es una jaula de grillos y, muchas veces, ciertamente lo es.
A pesar de que se han aprobado numerosas leyes en un contexto difícil, con un gobierno de coalición y una oposición miserable, la sensación en la calle es que tenemos el peor gobierno de la democracia y que vamos hacia la ruina.
El problema radica en qué, ahora mismo, el debate político no se centra en aportar soluciones, sino en la bronca y en mantener vivo el griterío.
Publicado en PontevedraViva.com el día 16 de Septiembre de
2022
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