Casado se ha cargado a Álvarez de Toledo, y ella le ha salido respondona. La acusan de haber sido portavoz de sí misma y no del PP, pero si eso hubiera sido así, ya tuvieron tiempo de darse cuenta. El caso es que la tormenta que se ha formado en torno a su destitución, va a durar lo mismo que una lluvia de verano; poco, como casi todo en el PP.
En realidad, no se trata de un movimiento tan profundo desde el punto de vista estratégico, porque mientras el presidente y el secretario general del partido sean los que son, los cambios profundos o de estrategia parecen imposibles en el PP.
Aparentemente es, por tanto, lo que parece, simple maquillaje, sobre todo por el nombramiento del alcalde de Madrid, con un perfil más moderado y que mostró una actitud bastante más conciliadora en el asunto de la pandemia. Lo sorprendente sería que la pretensión de Casado fuera virar el rumbo del partido hacia posturas más centristas, abandonando la radicalidad en la que lo ha instalado desde que las decisiones las toma él.
Casado se ha rectificado a sí mismo porque sabe que la estrategia de aplicar la línea dura tiene un recorrido muy corto, y la decisión tomada es el reconocimiento de un grave error en la estrategia del partido que Feijóo le afeó con el resultado de las últimas elecciones gallegas, compitiendo con una estrategia absolutamente contraria a todo lo que representaba Álvarez de Toledo y, consiguientemente, el propio Casado.
De momento, todas las decisiones de Casado al frente el partido han sido un fracaso, y el único momento dulce, tras la repetición de las elecciones en las que mejoró un poco el resultado, ni siquiera es mérito suyo, sino que se lo debe a la incompetencia de la izquierda para ponerse de acuerdo.
Casado ha convertido al PP en un partido casi antisistema, que dice no a todo, y eso no puede durar mucho tiempo, porque antes o después deberán alcanzar acuerdos con el Gobierno, e incluso estar preparados para gobernar. Votar en contra de la prórroga del estado de alarma, algo que no ha ocurrido en ningún país de Europa, ha sido el hecho que mejor define al PP actual, fuera de toda lógica. Esta estrategia, por tanto, puede durar un rato, pero para un partido que quiere llegar al poder no puede ser la estrategia política durante una legislatura completa.
La duda es saber si el cambio obedece a un giro hacia la moderación, o como escudo ante el miedo de que el sector moderado le partido, representado sobre todo por el presidente gallego, le acaben moviendo la silla. ¿Estamos por tanto ante un cambio en la estrategia, o pretende Casado construir una barrera protectora para salvarse a sí mismo?
Publicado en PontevedraViva.com el día 21 Agosto de 2020
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