Pontevedra, 19 Enero de 2018
Ya hay sentencia del Caso
Palau. Nueve años ha tardado, pero podrían pasar otros diez hasta
que la sentencia sea definitiva. Recursos y recursos hasta llegar a casación en
el Supremo, y al final, entre los delitos que han prescrito y la avanzada edad
de algunos condenados, la cosa quedará en poco. Esa es la estrategia de los
políticos, aburrir y dilatar los casos de corrupción hasta que la gente ya está
anestesiada y no le afecta lo que pueda ocurrir. A estas alturas ya nadie sabe muy bien que pasó exactamente, quién se
llevó el dinero ni nada.
Este
caso no es muy diferente a otros macro juicios por corrupción. Léase Gürtel o
los ERE. En todos hay políticos que utilizan sus cargos públicos para beneficio
propio y de sus partidos en regiones donde tienen una presencia muy consolidada
y llevan demasiados años ejerciendo el poder. El PSOE en Andalucía, el PP en Valencia o Convergència en Cataluña. En
estas regiones, los gobiernos se han convertido en regímenes, haciendo propias
las instituciones.
Los
miles de folios que acumulan los sumarios unido a la mano política, que juegan
con los tiempos y manejan a los jueces para que las sentencias salgan a la luz
cuando a ellos les interesa, nos llevan a pensar que no es casualidad que esta sentencia se conozca precisamente ahora.
Y tampoco lo es que no se haya conocido años atrás.
Lo
que es evidente, es que estamos ante un nuevo caso de corrupción endémica de un
partido político, de abuso de la partitocracia, que sirve para colocar a los
amigos en puestos relevantes de la administración, y cuando eso no es
suficiente, se le da un porcentaje y punto. Posiblemente todos los partidos actúan más o menos igual, tanto, que
los ciudadanos nos conformamos con saber que el nuestro es el que menos roba y
que siempre hay otro que le supera. Triste consuelo.
¿Qué
consecuencias va a tener esto para Convergència? ¿Qué hubiera ocurrido con la situación política de Cataluña si esta
sentencia se hubiera conocido hace unos años? ¿Y por qué se conoce precisamente
ahora? ¿Quién dirige los tiempos de la justicia?
Lo
único cierto es que la corrupción iguala
a Cataluña con el resto de España, de igual modo que la ausencia de un
electorado crítico que anteponga la democracia a las identidades partidistas.
Publicado en PontevedraViva.com el día 19 de enero de 2018
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