Pontevedra, 04 Agosto de 2017
En
Venezuela están en una situación insostenible. Tanto, que llegados a este punto
no se puede descartar ningún escenario
por trágico que nos pueda parecer.
Maduro
pretende perpetuarse en el cargo y para ello está dispuesto a llevarse por delante lo que haga falta, incluso a la
propia nación. Si es necesario, está dispuesto a crear su propio Estado
paralelo, y así lo ha demostrado convocando unas elecciones para elegir una
nueva Asamblea Constituyente con el fin de modificar la Constitución y hacerla
a su gusto, solo porque no acepta los resultados de las últimas elecciones
donde la oposición se hizo con el poder del Parlamento.
Sus
intenciones son claras, y consisten en subvertir
el orden y asumir el poder por la fuerza, circunvalando los procedimientos
legítimos del sistema venezolano, sin importarte lo más mínimo la respuesta
internacional y mucho menos la población del país, a la que pisotea legal y
físicamente.
Hace
tiempo que Venezuela dejó de ser una democracia real para ser una dictadura encubierta bajo la
apariencia de una democracia formal. Se llama a los ciudadanos a las urnas,
pero la separación de poderes brilla por su ausencia, se detiene y encarcela a
la oposición, se asesina a los manifestantes y se sortea la ley con una
impunidad absoluta.
¿Y
qué hace la comunidad internacional ante una situación así? Lo mismo que en
otras situaciones similares donde aparece el tan preciado petróleo: nada. Pequeños gestos de cara a la galería pero
con la boca pequeña, porque finalmente el que manda es el dinero y los
intereses económicos están por encima de las personas. Venezuela se hunde en
manos de un patán descerebrado, y España debería liderar la respuesta de la
comunidad internacional en la defensa de los derechos humanos y las libertades.
¿Es que solo nos interesa ir allí para pedir el voto de los emigrantes
gallegos?
Publicado en PontevedraViva.com el día 04 de Agosto de 2017
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