sábado, 21 de mayo de 2016

Los refugiados son muy caros

Pontevedra, 20 Mayo de 2016

El asunto de los refugiados es de una sensibilidad especial y como tal debería tratarse. Se ha convertido en un problema de dimensiones formidables y cada país se lo pasa al de al lado sin asumir apenas responsabilidades. No digamos ya en la Unión Europea, donde los socios culpan de todo a la propia Unión, que carece de una política común seria y contundente en esta materia. ¿Por qué no lo hacen? Probablemente porque no da votos ni beneficios económicos.

En mi opinión, un emigrante o un refugiado aporta más al país de acogida de lo que recibe de él, y en cierto modo con esa visión debieran los políticos de asumir y digerir este asunto. Es decir, viéndolo como algo positivo, dentro de la desgracia que tiene abandonar tu país por los motivos por los que lo hacen, y no como algo negativo.

Como casi siempre, los ciudadanos suelen ser más solidarios y responsables que sus dirigentes, mostrando una mayor implicación en el tema, al que miran como un drama humano que le pude suceder a cualquiera. En Europa, nuestros dirigentes tratan a los refugiados como residuos contaminados que repartirse entre los países, en porcentajes de carne humana. Vergonzoso. La solidaridad es algo que se menta y aplica con la boca pequeña y cada uno trata de asumir la cuota más pequeña posible. Consideren un problema tener que aceptar a tanta gente en un momento en que las economías están tan maltrechas. En definitiva, antes la pasta, y después las personas. Nada nuevo.

Europa, como institución, no sólo está siendo insolidaria, sino que además tiene una visión económica del asunto bastante miope. Aunque esto no debería sorprendernos, porque la percepción que tuvieron de la crisis y de sus posibles soluciones han dejado mucho que desear también. La inmigración, sea de origen económico o político, comporta más beneficios que costes. El inmigrante consume e incentiva la inversión, impulsa el crecimiento económico y mejora la renta por habitante en el país de acogida. Por no hablar de las aportaciones a la demografía y a la cultura. Aporta más en impuestos de lo que recibe en prestaciones sociales. El propio Gobierno español, estimaba que durante el primer lustro de este siglo, la mitad del crecimiento del PIB se debía a la contribución de los inmigrantes. Y eso son palabras mayores.

Pero en Europa esto no lo quieren ver y han vuelto a meter la pata en el tema, tratando de imponer una sanción de 250 mil euros por cada refugiado no aceptado por un país de la Unión. La medida en sí, es ya para que los europeos nos avergoncemos de nuestros dirigentes. Tratan a los refugiados como mercancía y por tanto, deben tener un precio. Con la historia de masacres y holocaustos que hemos vivido y todavía no somos capaces de contar con una política mínimamente decente para miles de refugiados que cada día se plantan en nuestra puerta. La única solución que se les ocurre es poner precio al kilo de refugiado. Excelente señores. Estarán ustedes contentos.

Publicado en PontevedraViva.com el día 20 de Mayo de 2016





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