sábado, 28 de mayo de 2016

El espejo austriaco

Pontevedra, 27 Mayo de 2016

Los democristianos y los socialdemócratas han quedado fuera de juego en la primera vuelta de las elecciones austriacas. En la segunda, gracias al voto por correo, se ha decidido la victoria del candidato ecologista frente al otro candidato, el representante de la extrema derecha. ¿Supone esto una radicalización de la política? ¿Sería conveniente que los partidos tradicionales de izquierda y derecha de nuestro país se viesen en el espejo de sus homólogos centroeuropeos? Y otra reflexión importante, es el hecho de que los modelos políticos ultraconservadores y de extrema derecha estén avanzando y creciendo como la espuma en Europa. Eso es que algo se está haciendo mal. Que Austria haya estado a tan solo 31.000 votos de tener un presidente xenófobo, anti inmigración, anti refugiados y, en una palabra, anti europeo, es para que desde las instituciones europeas y concretamente desde los despachos de los partidos se reflexione en profundidad.

Lo que está claro es que el modelo bipartidista ha fracasado en Austria, porque los dos partidos que han gobernado por separado o conjuntamente desde la Segunda Guerra Mundial, se han hundido. La gran coalición austriaca es una tradición porque han gobernado juntos el país en numerosas ocasiones. Han conformado la forma de gobierno más habitual, se han ido apoyando mutuamente, salvo raras ocasiones en las que incluso han llegado a coquetear con la ultraderecha para librarse el uno del otro. Pero lo cierto es que Austria ha vivido durante demasiado tiempo en la gran coalición y ahora lo han pagado. Es decir, no había plan B, porque cuando los dos grandes partidos de un país gobiernan conjuntamente durante tanto tiempo, acaban por ser uno solo y en cuanto vienen mal dadas se quedan sin red y luego sucede lo inevitable, un colapso monumental con una crisis galopante.

El modelo austriaco fracasa por los mismos motivos por los que podría hacerlo otros modelos europeos, entre ellos el español. La crisis económica a la que no han sabido hacer frente, la corrupción absoluta de los partidos y las instituciones en las que se han asentado y el tremendo problema de los refugiados. Esos son los problemas más comunes.

Además, hay una crisis de representatividad importante, es decir la ciudadanía no se siente representada por los dirigentes que les gobiernan. Hay una crisis de redistribución de la riqueza, se entiende que la equidad en los impuestos se ha perdido, no pagan más los que más tienen y los estados los mantienen la clase media trabajadora que carga con todo el peso de la responsabilidad impositiva. Y finalmente, todo esto nos lleva a una crisis de identidad, que aglutina todos los problemas anteriores.


España se enfrenta a unas nuevas elecciones y se habla de un posible acuerdo PP-PSOE a la vista de las encuestas. Aunque las diferencias entre Austria y España son notables, harían bien en mirarse en el espejo austriaco si no quieren acabar como ellos.

Publicado en PontevedraViva.com el día 27 de Mayo de 2016


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