Pontevedra, 04 Marzo de 2016
Pedro Sánchez ha sido el primero en probar los sinsabores
de la nueva política que nos ha tocado vivir. Se ha presentado a la investidura
con pocos apoyos y ha fracasado en la primera votación. Sin embargo, sale reforzado como líder socialista y como
líder político de cara a las más que probables elecciones de junio. Al
menos mucho más que sus adversarios de la extrema derecha (Rajoy) y de la
extrema izquierda (Iglesias). Ambos se niegan a abrir la legislatura y se
empeñan en ir a unas nuevas elecciones. Sin duda confían en que una segunda
oportunidad les dará más opciones de gobernar, pero el caso es que, al menos
para Podemos, la cosa pinta todavía más fea.
Pedro Sánchez es un proyecto de Jefe de Gobierno, una expectativa de serlo que se pude quedar en nada. Una
expectativa que se la ha proporcionado su propio instinto de supervivencia y la
espantada de Rajoy que se negó a obedecer al Rey en un acto de
irresponsabilidad y antipatriotismo sin precedentes.
Pedro Sánchez sabe que de esta sale tocando el cielo o hundiéndose en la miseria, y aunque
está demostrando un gran sentido de Estado, no puede dejar de pensar en su
propio ego (normal por otro lado) de llegar a ser presidente del Gobierno. Nunca se ha visto tan cerca de la Moncloa y
por eso al discurso de investidura se hizo acompañar de su esposa y sus padres. Sus compañeros diputados le proporcionaron una ovación como nunca había recibido, contribuyendo al clímax litúrgico de
una ilusión política, porque las
matemáticas y la
falta de alianzas suficientes hacen que sus opciones de alcanzar el poder se
reduzcan considerablemente.
Pedro Sánchez, que no pudo alcanzar acuerdo previo con
Podemos, basó parte importante de su discurso en tratar de convencerles que voten
a favor o cuando menos se abstengan para que pueda ser proclamado presidente
del Gobierno, para ello, trató de arrinconar a Rajoy. El objetivo era demostrarle a Pablo Iglesias la paradoja que supone
negarse a un acuerdo de gobierno de izquierdas para dar aire al presidente de
derechas que ha traído los recortes, la desigualdad y la injusticia. Por
eso hizo un discurso para la bancada morada aludiendo constantemente a la
política social como compromiso de la izquierda. De toda, la izquierda.
Puede que no haya finalmente investidura, que Pedro
Sánchez solo haya convencido a Ciudadanos para alcanzar un pacto de gobierno,
puede que finalmente tengamos que ir de nuevo a unas elecciones, pero también en ese escenario habrá que rendir cuentas y
pedir explicaciones y responsabilidades. Tanto al actual presidente en
funciones del Gobierno de España, que se negó a ejecutar la orden del Jefe del
Estado, como la de Podemos, que venía a cambiar las cosas y que lo único que va
a hacer es darle aire a la derecha.
Posiblemente a partir de la próxima semana Pedro Sánchez
pase a convertirse de nuevo en un simple diputado raso, pero ha demostrado que tiene sentido de Estado,
ha sabido estar a la altura de las circunstancias, ha obedecido el mandato del
Rey y ha hecho lo posible por formar un gobierno de cambio progresista. Sin
duda, sale reforzado de este envite y, si los barones del partido no lo
estropean, puede que haya nacido un nuevo líder, porque se ha ido haciendo
líder por el camino. Se tiene merecido encabezar los carteles electorales del
próximo mes de junio. No así sus adversarios, que tienen entre otros problemas,
una falta de carisma y liderazgo absoluta.
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