András, 02 Julio de 2021
La aprobación por
parte del Consejo de Ministros de la "ley trans", deja en evidencia
dos cosas. Una, la valentía y amplitud de miras del Gobierno; y dos, el invierno
mental en el que permanentemente vive la derecha española.
Para empezar, habría que poner en contexto de qué estamos hablando, porque el asunto afecta a una minoría de minorías ya que no hay más de un 0,6% de personas trans en el mundo. Y ello hace que surja la primera pregunta. ¿Realmente alguien se cree que un 0,6% de la población pone en riesgo al resto?
Más bien todo lo contrario. Ser trans, por desgracia, es vivir toda la vida en una permanente cuesta arriba. Es arrastrar una mochila de por vida. Es no entenderse uno cuando es un niño. Es la incomprensión de los demás cuando eres adolescente. Es tener que dar miles de explicaciones para cualquier trámite administrativo. Es decir, la carrera de obstáculos que sufre una persona trans comparado con cualquier otra persona, es infinitamente superior, y hay numerosos estudios de discriminación que lo demuestran.
Por tanto, con esta ley, se pretende corregir algunos de estos problemas. Como el asunto primordial de la patologización. Es despreciable que se les considere enfermos y que sea necesario un diagnóstico médico o un informe psicológico para reconocerles sus derechos. Deben ser tratados como lo que son, personas como las demás y con derecho a ser quiénes son.
El debate que hemos visto en el Congreso sobre el asunto ha sido terrorífico. Con una agresividad y unas faltas de respeto por parte de los tres partidos de la derecha que les retrata como lo que son.
Es cierto que la autodeterminación del género es algo que se presta a muchas interpretaciones y a mucho debate. Pero también lo era el matrimonio de los homosexuales, y afortunadamente ya se ha normalizado. Porque este tipo de debates se normalizan con el tiempo, y el hecho que afecte a tan pocas personas y que les cueste tanto dar ese paso, que no es por capricho, debería merecer cuando menos un mayor respeto por la derecha retrógrada y casposa de este país.
Que se enteren, que no se va a acabar el deporte femenino, ni se van a llenar las cárceles de mujeres de violadores. Solo se trata de avanzar en derechos y de tener una mirada amplia de las cosas, hacia unas personas que llevan siglos siendo maltratadas y tratadas como enfermas.
Publicado en PontevedraViva.com el día 02 de Julio de 2021
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