András, 17 agosto de 2024
Anoche tuve un sueño. Por primera vez en mucho tiempo, un sueño agradable, incluso diría que muy placentero. Uno de esos sueños con los que uno sueña cuando está despierto y es dueño de sus pensamientos. Esta vez, me sorprendió dormido.
Dentro de todas las incertidumbres que suelen rodear a los sueños, al menos, en este todo finalizaba sin sobresaltos, como en una película de esas en las que sabes que todo va a salir bien. Todo acabó con un abrazo. Un largo y caluroso abrazo, de esos que te dejan el cuerpo reconstruido para mucho tiempo, sobre todo, cuando hace mucho tiempo que no los sientes.
Tanto tiempo que, cuando me desperté, aún podía sentirlo. Su tacto y su calor quedaron impregnados en mi, recordé a qué huele y ese recuerdo lleva conmigo desde anoche. Fue un sueño que un día existió y, quién sabe, igual se trata de un breve avance de lo que puede volver a ocurrir. Aunque, como dijo Calderón de la Barca, la vida es un sueño y los sueños, sueños son… también se suele decir que si quieres lograr algo, primero tienes que soñarlo…
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