András, 11 octubre de 2023
Cuando un pueblo enciende la
mecha, machacando, reprimiendo y asesinando, con la única idea de acabar con otro,
la reacción del atacado es difícil de controlar. Hay, básicamente, dos formas
de reaccionar ante una situación semejante. Una, emprendiendo la huida y
apelando a la presión civilizada de la comunidad internacional; y dos, a través
del ataque indiscriminado. Es decir, el ojo por ojo.
Ante la falta de atención que, por parte de la comunidad “civilizada” internacional, se le viene prestando a un asunto que dura ya demasiado tiempo, la segunda opción es la elegida por los palestinos para responder a las constantes amenazas de Israel. El ataque feroz, indiscriminado y brutal a través de Hamás, un grupo terrorista que, con la excusa de las injusticias ejercidas contra los palestinos, hace lo único que sabe hacer; es sembrar el pánico y la muerte entre los israelíes.
¿Qué ha estado haciendo Israel con los palestinos más que machacarlos indiscriminadamente durante tantos años, población civil incluida? ¿Es que, acaso, el levantamiento de asentamientos israelíes en suelo palestino para provocar su huida no es una forma de agresión?
Sí, por supuesto que la respuesta de Hamás es condenable porque también ataca a la población civil, pero Israel hace lo mismo. ¿Y qué hace la comunidad internacional con la masacre de palestinos que incumplen todas las órdenes de la ONU habidas y por haber? Nada. Nadie hace nada.
¿Por qué no interesa a los países europeos ni a Estados Unidos intervenir como lo hicieron en Ucrania? Al contrario, se ponen del lado de Israel y, como mucho, lo critican con la boca pequeña, sabedores de quién tiene el poder. Israel se siente cubierto y protegido por ese velo histórico que, de una vez por todas, debería de haber caducado y prescrito. ¿Qué hace Israel para ser intocable? Pues lo que hacen la mayoría de los poderosos, tener dinero.
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