viernes, 4 de febrero de 2022

Cutre, caduco y trasnochado

 András, 04 de Febrero de 2022

No voy a negar que el tema de Eurovisión me agota, y que estoy deseando que surja la polémica para saltar a la palestra. Por eso no me resultó una sorpresa la absurda controversia que se ha producido en torno a la elección del representante español para la próxima edición.

Los que somos de la generación que sufrió Eurovisión en la infancia, y que recordamos aquella musiquilla de cabecera como una especie de nostalgia de Europa, que nos recordaba lo lejos que estábamos del progreso, sabemos de lo que estamos hablando.

Particularmente, reconozco que me he dedicado a despotricar contra Eurovisión, porque lo he considerado siempre un concurso nefasto, alejado ya no solo de cualquier intento de propagación cultural, sino de cualquier forma de diversión mínimamente decente.

Sin embargo, al contrario de lo que algunos pensábamos respecto a que Eurovisión era un festival cutre en el que la gente iba a divertirse y a disfrutar de la música, resulta que no es así. Bastaba una excusa ridícula para que los políticos se metiesen por medio y lo convirtiesen en un asunto de dignidad nacional, de patriotismo, y casi en una cuestión de Estado.

Por no hablar de aquellos que tienen la costumbre de politizarlo y darle un toque ideológico a todo. Unos para hacer del asunto una cuestión feminista, otros, para utilizarlo como reivindicación de la independencia, y hay también quiénes lo han convertido en una cuestión racial. En fin... cada loco con su tema.

Lo que es indudable es que este caduco refrito trasnochado hace tiempo que ha dejado de ser un asunto musical, para convertirse en una pantomima del pasado. No hay más que ver la bajísima calidad musical que se exhibe. Sin embargo, como siempre que se mete por medio la cuestión política, la cosa puede salir por cualquier lado, incluso para dejar de ser lo que originalmente era. Estamos pues, ante otro nuevo ejemplo de que la política en España lo invade todo y, normalmente, para empeorarlo.

Aunque, para ser justos, la politización de Eurovisión no es nueva. Ya se politizaba en el pasado con los votos de cada país, tratando de ver algo más allá que el propio voto. Lo que pasa, es que de aquella politización casi geopolítica, hemos pasado a un debate en clave interior, de política nacional. Y ahí ya no hay límites.

Por eso algunos se rasgan las vestiduras exagerando, comprando a Tanxugueiras con Serrat y poniéndolas al mismo nivel que los cantantes perseguidos por el franquismo. Si de propuestas desfasadas se trata, yo sugiero que se celebre en Touro, que lo presente Gayoso, y que la preselección la haga Piñeiro.

Verdaderamente, estamos perdiendo el norte, y todo por un concurso cutre, caduco y trasnochado. 

Publicado en PontevedraViva.com el día 04 de Febrero de 2022


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