András, 14 Enero de 2022
Que en el seno del Gobierno carguen contra uno de sus ministros, de la forma que lo han hecho contra Alberto Garzón, no es normal. Cierto es que la torpeza del ministro de Consumo es mayúscula, y que no parece muy buena idea ir a un país importador de productos que exportas, para decir que la calidad es mejorable.
¿Cómo se puede decir a un público importador que lo que producimos es de peor calidad por salir de macro granjas? De entrada, no parece una buena decisión, sobre todo, porque quienes van al supermercado no diferencian entre macro, micro o granjas medianas. Solo van a ver el país de procedencia del producto, y si el propio ministro les aporta confusión, es lógico pensar que el tiro en el pie sea inevitable.
Pero el problema no es nuevo. De hecho, no es la primera vez que Garzón comete una imprudencia de este calibre. Ya metió la pata hablando de la calidad del empleo en el sector del turismo. Cuando podría haber explicado algo sobre la precariedad, la mejora de las contrataciones, los derechos laborales... Es decir, cuando debería haber sido políticamente correcto, lo que hizo fue cometer un grave error, comprometiendo al propio Gobierno. En aquella ocasión, igual que ahora, Garzón pecó de falta de tacto, de oportunidad, de forma, en definitiva, de todo aquello que se le requiere para ser ministro-
Posiblemente se trate de un problema de su gabinete de comunicación, de una persona que esté a su lado y le indique cómo tiene que actuar o comunicar en cada momento. Sobre todo, para una persona como Garzón, que se ha visto de repente con una responsabilidad ministerial para la que, muy probablemente, no esté preparado.
Ahora bien, dejando de lado la poca capacidad del ministro, si un miembro del Gobierno comete un patinazo, lo normal es que sus compañeros le arropen, y que sea trabajo de la oposición clamar al cielo y tratar de sacar beneficio político. Pero no el resto de ministros, y ocho menos, el mismísimo presidente.
Lo normal es que el gabinete se reúna, se digan lo que se tengan que decir, se critiquen, se juzguen, pero que, posteriormente, condensen una posición y trasladen a la opinión pública un único mensaje, el del Gobierno de España. Lo que no es de recibo, es querer educar en público a un ministro, aunque se trate de uno tan torpe como Alberto Garzón.
Publicado en PontevedraViva.com el día 14 de Enero de 2022
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