domingo, 17 de noviembre de 2024

La comparecencia de la vergüenza

 András, 17 noviembre de 2024

La comparecencia de la vergüenza de un tipo que tiene la cara como el hormigón armado. Así presentó Mazón su discurso en sede parlamentaria valenciana. Un relato pormenorizado a su medida, rígido, con la voz impostada, como si estuviera en un mitin, con la boca seca y tirando de sorbos de agua. Parapetado en sus mentiras y anunciando a la platea que todo falló menos él. En definitiva, la culpa fue del cha cha cha.


Si ya sabíamos que era un incompetente, ahora sabemos que es, además, un mentiroso y un inútil, además de un cobarde sin empatía, cuya autocrítica consiste en echar balones fuera y lavarse las manos.


¿Esto es lo que Feijoo dijo que confortaría a los valencianos? Esto lo que demuestra es que Feijoo también los desprecia, porque los considera tan o más tontos que al propio presidente valenciano. Creyó que bailarían al ritmo de la verborrea de Mazón y se irían a casa aliviados porque les han dicho, como a tontos, que el sistema no funcionó porque se les vino el Nilo encima.


La certeza de que un incompetente les asegura que todo el sistema se vino abajo porque sí, y él no pudo hacer nada más que contemplar la tragedia. Entonces, ¿que pueden esperar para la próxima los valencianos? ¿Lo mismo? ¿Un presidente alelado con las manos en los bolsillos porque su propio sistema se ha derrumbado y él no sabe que hacer?


La comparecencia de Mazón ha sido un relato de terror y la advertencia de de que, mientras siga ahí, para la próxima los muertos puede que se cuenten por miles porque igual que antes todo falló, volverá a fallar por su inacción. 


¡Qué desastre! Mazón ha diseñado su propia ignominia que le seguirá como un fantasma toda la vida. La catástrofe era inevitable según Mazón, por tanto, iban a morir doscientos valencianos sí o sí y esto es, literalmente, burlarse de los muertos. Es escupir sobre las víctimas y luego bailar sobre sus cadáveres.


Es exactamente el mismo argumento de Ayuso con los más de siete mil ancianos que fallecieron en Madrid durante la pandemia por su protocolo de la vergüenza. Ella, la arpía que también dijo que iban a morir sí o sí. Y ambos, los del partido de la muerte, sobre el que especula ese Feijoo que dijo que reconfortaría, al menos parcialmente, a sus ciudadanos y ciudadanas.


Todo es un despropósito, y una falta de respeto tan grave al sufrimiento a los hombres y mujeres que se ahogaban mientras su presidente picoteaba algo en el reservado de un restaurante. Es un tremendo insulto a la inteligencia porque se están riendo en nuestra cara, y porque volverán a repetirlo porque no encuentra responsabilidades ni culpa. Y como no encuentra nada que rectificar, no tomará medidas para corregirlo.


Mazón es peligroso, y habrá peligro mientras esté ahí. La clave de todo es la famosa comida, en la que estuvo incomunicado más de  cuatro horas, para lo que tardó más de diez días en decir con quien estaba, llegando a mentir hasta en cuatro ocasiones con quién comía. 


Tampoco es baladí saber que, mientras este insensato se ponía morado, la gente ya se estaba ahogando, las carreteras estaban bloqueadas, y nadie había sido capaz de tomar una decisión útil hasta el momento.


Si esta es la defensa de Mazón, que cambie con urgencia de abogado, y de excusa, porque su destino podría estar ligado a la cárcel, y esa es la justicia que merece. ¡Váyase señor Mazón! Como decía su admirado Aznar, porque sus manos están manchadas de sangre y ya no se las puede lavar más veces.

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