viernes, 16 de febrero de 2018

Enmienda a la totalidad

Pontevedra, 16 Febrero de 2018

Definitivamente, el asunto de Cataluña se le ha ido de las manos a los políticos. A los independentistas porque les sobra vergüenza y a los otros porque les falta. Pero les une algo, la incapacidad para resolver conflictos.

Lo que pasa en Cataluña es complejo, de acuerdo, pero no hay nadie que coja el toro por los cuernos, que vea cuál es realmente el problema y trate de aportar alguna solución, porque esa idea que tienen algunos de que los problemas se solucionan solos, aquí no vale. En este caso, el paso del tiempo es contraproducente.

¿Se está enfocando el tema como un asunto de Estado, o desde un punto de vista partidista? ¿Están nuestros dirigentes preparados para resolverlo? Los partidos políticos son redes clientelares que atrapan a los que entran, les lavan el cerebro y dejan de pensar por sí mismos para hacerlo única y exclusivamente en clave de partido, con el consiguiente perjuicio para la ciudadanía.

Y esa es precisamente la mayor preocupación que tenemos. Por encima de las ansias independentistas de los catalanes, el paro, la educación, la sanidad, o cualquier otro tema que nos afecte, está la calidad de quienes deben abordar esos problemas. Muchos problemas no se afrontan ni se resuelven porque van contra los partidos, no porque sean una mala solución para los ciudadanos.

Por eso, para estar en política hay que tener unas tragaderas considerables. Quien quiera hacer carrera ha de ser sumiso a las directrices del partido y, sobre todo, a los superiores, que suelen ser personas peor preparadas pero con mayor cuota de poder, es decir, que consiguen más votos. Dejando a un lado los vocacionales, que también los hay, los políticos suelen alcanzar con la actividad política sus mayores cotas de éxito porque en sus actividades profesionales (los que la tienen) no dan el nivel. 

Por eso en España hay profesionales de la política, sobre todo funcionarios, que buscan en esa actividad el reconocimiento que no obtienen en sus profesiones. Si les va bien la convierten en su principal actividad, y si les va mal, vuelven a sus puestos en la administración. Así de fácil y así de letal para la sociedad. 

La mayoría han dedicado su vida a figurar sin responsabilidad alguna, pero que no saben lo que es cuadrar un balance, pagar nóminas o arriesgarse a sacar al mercado un producto que pueda ser rechazado.

Publicado en PontevedraViva.com el día 16 de Febrero de 2018


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